El otoño siempre ha sido especial en el Palacio de Meres. Su fachada y su bosque se tiñen con la paleta de las distintas tonalidades de los granates, ocres, naranjas y rojos. El verde va perdiendo su hegemonía, mientras que el color del vino añejo se hace dueño.
Adentrase en el bosque, con sus robles, castaños y acebos centenarios es toda una aventura para los sentidos. Con este festín de colores que nos proporciona el cambio de estación hemos organizado una comida. El bosque de Meres es un lugar excepcional para celebrar cualquier evento. En esta ocasión, nos encargaron algo especial y no dudamos en sacar los tesoros que pertenecieron a nuestra abuela, Laína Uría.
Los individuales y las servilletas con sus iniciales, así como la plata y la cristalería de Bohemia son de finales del siglo XIX. La vajilla, traída de Singapur, fue parte de una herencia que recibió de joven.
Con la mesa de piedra, protegida por dos tejos, a modo de comedor, y con estas piezas únicas de menaje, para el menú solo había una alternativa: recurrir al libro de cocina de la abuela, La cocina de mi casa, que se editó por su 80 cumpleaños y que recoge doscientas recetas aprendidas y heredadas de sus años como apasionada de los fogones.